¿Esperas a los que partieron? A los abismos
partieron. Y los muros los abandonaron,
las pinturas y lápices, la arena y la nieve,
los relojes, las almas, la lluvia y el Juicio,
las hojas del abeto, la victoria sobre la muerte.
Ya no queda quien diga quién es justo,
y cuando sumas todas las partidas,
tu suma sin total explota en tu interior,
se hace añicos en voces, ferozmente enemigas.
Esto queda: el dibujo de un círculo a cuchillo,
el polvo en los estantes, una marca en un plato,
tal derroche de libertad, versos y mentira,
como escasez de auténtico destino.
Además de dos voces: acarician el cálido,
el incómodo cuerpo de esta urbe.
Les fue dada una gota de memoria.
Suya es. Y no pertenece a nadie.
Corre sin rumbo, alada, ciega de nacimiento,
como una golondrina se arroja de su nido.
¿Y qué es tu dignidad, tu clasicismo,
tu escuela de rituales y de divertimentos?
Y así la hora, apartándolo todo de nosotros,
a muerte condenada, se mece como un chal
cayendo en escaleras, en cuartos y pasillos,
y en el hueco que yace, con desgana,
y en el hueco que yace, con desgana,
entre el tiempo pasado y el tiempo por venir.
Tomas Venclova
Traducción del inglés de Abraham Gragera
Interesante poema. Enhorabuena por el blog.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias. Saludos.
ResponderEliminaracabo de leer este poema, me he teñido de nostalgia, muy bueno.
ResponderEliminarCon tu permiso abraham, me llevo este poema a mi blog, me ha llenado de nostalgia. gracia
ResponderEliminarClaro. Gracias a ti.
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