domingo, 26 de septiembre de 2010

Brodsky / Volkov

Cuelgo unos fragmentos de las conversaciones que Joseph Brodsky mantuvo con Solomon Volkov a lo largo de doce años y que fueron reunidas después y publicadas en un volumen. La traducción proviene de la edición francesa, Conversations avec Joseph Brodsky.

*

S. VOLKOV: Estoy de acuerdo en ese punto, la época convierte al escritor en un personaje de la Historia, lo quiera él o no.
J. BRODSKY: Las cosas no suceden exactamente de ese modo. El tiempo hace al hombre a su imagen y semejanza. El Renacimiento creó la imagen del hombre lleno de inquietudes y esta imagen evolucionó durante el siglo de las Luces hasta llegar al Romanticismo. Me gustaría remarcar que ese ideal del hombre inquieto, cualquiera que sea la naturaleza de su actividad, es muy peligrosa, ya que la idea de la lógica aplicada le sigue, y ésta es una de las ideas más destructivas. Se puede decir, por ejemplo, que los campos de concentración son la consecuencia lógica del comunismo o del fascismo, como el dogma es la de todas las religiones, y así sucesivamente.
   Pero yo no me refería al tiempo tal como es percibido por el hombre, ni a los períodos históricos. En realidad, yo quería hablar del tiempo en sentido metafísico; desde este punto de vista, tiene su propia identidad, su propia evolución. El tiempo nos presenta una u otra de sus caras, es la materia del tiempo la que se desarrolla ante nosotros.
    Encontré en la obra de un poeta menor de Alejandría una sentencia que sigue pareciéndome de lo más grandioso que he leído nunca. Dice así: “En el curso de tu vida, esfuérzate por imitar al tiempo. Esfuérzate por alcanzar la plena contención y la serenidad, evita los comportamientos extremos. No seas especialmente elocuente, intenta ser más bien monótono”. Y prosigue: “Pero no te disgustes si no logras realizar esto mientras dure tu vida porque, cuando estés muerto, te asemejarás al tiempo, pase lo que pase". No está mal… ¡Y se escribió hace dos mil años!
   Y es en este sentido en el que el tiempo intenta formar al hombre a su imagen y semejanza. La cuestión se reduce a saber si el poeta, el escritor, el hombre en general comprende con qué está tratando. Ciertas personas se revelan más sensibles que otras a lo que el tiempo quiere conseguir de ellas. Es todo.

(...)

S. VOLKOV: ¿Entonces usted cree que la existencia terrestre del poeta se purifica porque entra en contacto con el ritmo, con el tiempo?
J. BRODSKY: Pronunciar la palabra “purificación” conlleva un juicio de valor. En realidad, al poeta no le preocupa la purificación. ¿De qué tendría que purificarse? ¿De la vida? Hoy se emplea a menudo la expresión “tomar distancia”. Y eso es lo que él hace: tomar distancia con respecto a los clichés. Por ejemplo, ¿por qué Auden es un poeta tan extraordinario, sobre todo al final de su vida, en la parte de su obra que menos se suele apreciar? Porque consiguió un sonido neutro, una voz neutra. Esa neutralidad se paga cara; no llega cuando el poeta se vuelve objetivo, seco, reservado; llega cuando no hace otra cosa que ir al paso del tiempo, porque el tiempo es neutro, porque la sustancia de la vida es neutra.

(...)

S. VOLKOV: A propósito de Auden, usted ha abordado una cuestión muy importante: ¿Tienen necesidad los lectores de conocer la vida de un autor? ¿Es importante esa vida? ¿Es cierto que no existe ningún vínculo entre ella y los versos? Desde la época romántica es difícil fijar un límite entre la vida del poeta y sus obras; pienso en Byron, Novalis, Lermontov. ¿Es posible imaginar que un especialista en la poesía de Pushkin no conozca los detalles de su vida personal? Esa vida forma parte de su obra desde el mismo título, como en El caballero de bronce.
J. BRODSKY: El romanticismo es culpable de originar una situación absurda cuyas manifestaciones es inútil discutir o analizar. Es evidente que cuando hablamos de un “héroe romántico” no nos referimos del todo a Childe Harold o a Pechorin. En realidad, hablamos del poeta mismo, de Byron, de Lermontov. Claro, es estupendo que hayan tenido una vida como aquella, pero para mantener tal tradición se necesita un puñado de requisitos: ir a la guerra, morir joven, ¡y Dios sabe qué más! En efecto, por mucha diversidad que presente el recorrido de un autor, por mucha que sea su complejidad, sus variaciones son mucho más limitadas que sus obras. La vida es menos rica que el arte porque la materia que éste utiliza es mucho más flexible, e inagotable. No hay nada más simplón que considerar una obra como el resultado de una vida, de tales o cuales circunstancias. Si el poeta escribe, es por causa de la lengua y no porque “la mujer amada se ha ido”. La materia que el poeta utiliza posee su propia historia, esa materia es su historia, si lo prefiere usted así. Y la mayor parte del tiempo, esta historia no coincide del todo con la vida personal del poeta porque la sobrepasa. Incluso un autor que se esfuerza conscientemente por ser realista se da cuenta enseguida de que aquello que quiere escribir ya se ha dicho. Lo repito: la biografía no explica absolutamente nada.

   ­- ¿Pero no cree usted que la postura de los poetas frente a este asunto es, cuando menos, equívoca? Tomemos a Auden, por ejemplo, que declaró a menudo que la lectura de la biografía de un escritor no permite comprenderle con más facilidad. El lanzó una llamada para que nadie tratara de escribir sobre su vida e insistió a sus amigos para que destruyeran las cartas que les había enviado. Pero es ese mismo Auden quien, en un artículo sobre la edición en inglés de los diarios íntimos de Tchaikovsky, escribió que no había nada más interesante que leer el diario íntimo de un amigo. ¡Y relea los ensayos de Auden! ¡Con qué placer analiza la biografía de los grandes hombres! ¡Cómo saborea cada detalle revelador, sí, pero perteneciente a la esfera privada! ¿Acaso no es un sentimiento natural?
   - ¿Sabe usted por qué Auden estaba en contra de las biografías? Me he planteado a menudo esta cuestión y la hemos discutido, mis estudiantes americanos y yo, hace no mucho. La raíz del problema es que el conocimiento de la vida de un poeta puede ser, en sí mismo, algo extraordinario, sobre todo para los admiradores de ese autor, pero con demasiada frecuencia ocurre que no aporta ninguna luz sobre sus versos, incluso puede oscurecerlos aún más. Es posible evocar acontecimientos como la prisión, la persecución, el exilio, pero el resultado, en el terreno del arte… Dante no fue el único hombre exiliado de Florencia, ni Ovidio de Roma.

   - Perdóneme, pero yo sólo alcanzo a ver una cosa en la dualidad del punto de vista de Auden: su temor…
   - ¿El de que alguien fuera a hurgar en su vida? ¡Claro que no, lea biografías, si tiene usted ganas! Por mí, que haya autores dedicados a escribir ese género de libros, es su trabajo. Pero lo que me interesa es el punto de vista de los escritores por sí mismos. Es cierto que, aunque estén vivos, se miran como si estuvieran muertos. Todos hemos empezado leyendo biografías de grandes hombres, todos nos hemos identificado con ellos, ¿no? El peligro viene cuando, en algún momento, la vida y la obra se confunden en la conciencia misma del poeta, y éste acaba convirtiéndose en su propio mito. Auden era ajeno a eso.
   Otro ejemplo, Czeslaw Milosz. Vino a recitar sus poemas a Nueva York hace poco y un espectador le planteó esta pregunta: “¿Cómo evolucionarán, en su opinión, los acontecimientos en Polonia?” Milosz respondió: “Es usted víctima de un error romántico. Usted identifica la figura del poeta con la del profeta, y pertenecen a categorías distintas”.
   Bien entendido, el poeta puede predecir ciertos acontecimientos que después acaben haciéndose realidad…

   - Andrei Biely predijo la invención de la bomba atómica…
   - Entregarse a predicciones de ese tipo no es la función del poeta. Auden dijo cosas muy interesantes al respecto: se puede escribir “mañana lloverá”; es verosímil que eso suceda. Pero en realidad, el poeta debe simplemente hacer rimar mañana (tomorrow) y sufrimiento (sorrow).


                                                                   Traducción de Abraham Gragera

4 comentarios:

  1. Qué bueno. Y mmmm no estaría mal como título para un libro de ensayos, 'Errores románticos'...
    Abrazo
    martín

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  2. Sí, también podría funcionar como título de poema, o de poemario.
    Un abrazo.

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  3. "mañana y sufrimiento"
    un mar abierto

    me alegra saber de este espacio A.
    y me alegra volver siempre a "el aire que improvisa, inacabado..."

    un saludo,
    G.

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  4. Gracias, Jorge. He visitado tu blog. Te añado a los amigos.

    Saludos.

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