Ahora que se adueña de las mentes
oscurecidas la piedad más áspera
de la tierra y la sangre,
ahora que nos mide en cada pulso
el silencio de tanta muerte injusta…
Ahora
que se despierte el ángel de los pobres
la gentileza que del alma
perdura…
Que baje con el gesto inextinguible
de los siglos al frente de su viejo pueblo,
en mitad de las sombras…
Giuseppe Ungaretti
Traducción de Abraham Gragera
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